Parece que la vida va levantando el vuelo después de este parón pandémico y que viajar vuelve a estar permitido de nuevo –aunque aún solo sea un espejismo de lo que era, nos vale pulpo animal de compañía (de momento). De ahí que traiga unas vibez recargadas para postear y compartir fragmentos de mi recién visita a Granada. Cuatro días de desconexión del agitado ritmo de este año que me han hecho sudar la gota gorda a 40ºC a la sombra, pero con abanico en mano y planes apuntados en el diario como para decirle que no a mi bonita Graná.
En esta ocasión, volví a hospedarme en el barrio del Albayzín, con sus múltiples y vertiginosas cuestas, y sus callejones de mil historias. Y hablo de historias porque este barrio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1984, fue el germen de la actual ciudad de Granada y aún a día de hoy sigue supurando la misma magia árabe de antaño. De hecho, además de encontrarse infinidad de apartamentos y hostales a muy buen precio (más que recomendado escoger el barrio como punto de estancia), existen recovecos, pintadas, miradores y plazoletas dignas de ser descubiertas.

Como sitios de interés en esta zona de la ciudad, recomiendo:
- Huerta de San Vicente (casa-museo del escritor Federico García Lorca)
- Casa del Chapiz
- Puerta de Elvira, en el bajo Albayzín, como entrada a la «Granada musulmana». Por recomendación de una recomendación, aconsejo desayunar en el bar Oriente que se encuentra en la propia placita del arco (plaza del Triunfo).
- Mirador de San Nicolás, conocido por ser emblema de las más bonitas puestas de sol granaínas.
- La famosa Alhambra. Yo en mi caso, no la visité en esta ocasión, pero la voz de la experiencia os dice que es mejor hacerse con las entradas anticipadamente para evitar no verla. Desde luego, ver la Alhambra desde Granada es una gozada pero ver Granada desde la Alhambra posiblemente sea de los mayores regalos que tiene este viaje. Además, recomiendo hacer la visita en los turnos nocturnos, cuando la ciudad parece un hervidero de pequeños faros ante la inmensa oscuridad de la noche (suena poético porque lo es).
La Abadía de Sacromonte ha sido uno de mis descubrimientos de esta escapada, y es que uno nunca visita Granada y se vuelve con las manos vacías. Aquí una valiente os habla de la aventura que supone llegar hasta la abadía a pie; una subida constante (y mortificante) que finaliza con un camino conocido como el Camino de las 7 Cuestas… no digo nada y lo digo todo al mismo tiempo, que cada uno saque sus propias conclusiones. Dentro del complejo, se exhiben partes de la misma y exposiciones dentro de sus salas, además de la posibilidad de poder visitar las Santas Cuevas y el misterio de sus túneles subterráneos.
El resto de puntos de interés de la ciudad están localizados mayoritariamente en la zona centro, destacando:
- la Catedral y la Capilla Real (lugar donde se encuentran los restos de los Reyes Católicos) –ambas abiertas al público mediante la compra de entradas en el mismo momento.
- la Alaicería, antiguo lugar de comercio que hoy está destinado a las producciones locales artesanales.
- el centro de arte José Guerrero, de entrada gratuita, que siempre cuenta con distintas exposiciones de arte que merece la pena ver.
- Jardines del Triunfo
- Parque de las Ciencias, con parada de autobús urbano propia, es un complejo interactivo que cuenta con muchas espacios y exposiciones que hacer y ver durante su visita.
Algo que sin duda no puede faltar es un largo y tranquilo paseo por la carrera del Darro, al que le cruzan pequeños puentecillos cristianos y que está salpicado por multitud de emblemas históricos, como la Iglesia de Santa Ana, la casa de las Chirímias o el Palacio de los Olvidados (edificio cuyo nombre hace honor a las familias que tuvieron que renegar de su religión y sus escudos y convertirse al cristianismo, tras el Edicto de Granada).
Yo diría que dentro de mis lugares fav de la ciudad se encuentra el anhelado final del paseo del Darro, también conocido como el Paseo de los Tristes. Es un lugar envuelto en vegetación, música, magia e historia, que concede la suerte de apreciar un collage de personas, tiempos y vivencias mientras saboreas una exquisita cerveza Alhambra en mano.

Y ya por aportar un poquitillo más taste de la casa, aconsejo pasear por los alrededores de la plaza universidad y pegarse un homenaje musical en la tienda de discos y vinilos ‘Bora Bora’. Además, en sus inmediaciones también hay unas cuantas tiendas vintage que merece la pena visitar y múltiples cafeterías para parar a tomarse un rico café con helado.
Culinariamente hablando, Granada es una ciudad para disfrutar. La famosa cerveza+tapa no solo no es un mito, sino que puede significar salir de tranquis y acabar cenando cuatro veces en cuatro locales distintos y todo a precio de cerveza. Una auténtica maravilla, pa’ qué mentirnos.
Ya por último, mencionar el maravilloso entorno natural con el que cuenta Granada, destacando especialmente el otro fuerte de la provincia nazarí: el Parque Nacional de Sierra Nevada. Situado en la cordillera penibética, ofrece tanto a los locales como a los apasionados de los deportes de nieve y montaña, la opción de disfrutar de sus pistas en la Estación de Esquí y de Montaña, así como de su multitud de rutas de senderismo y escalada. Yo en esta ocasión tuve la suerte de contar con la reseña de la ruta de Los Cahorros, en la ciudad de Monachil. Esta ruta de senderismo, según que partes, es válida para todas las edades y se compone de diferentes etapas que van desde el cruce de un desfiladero a través de puentes colgantes, al paso por arroyos y cuevas, y subida y bajada contante –montaña arriba, montaña abajo. Es de composición circular por lo que en un mismo sentido se realiza el itinerario completo ¡volviendo al mismo punto de inicio! Una verdadera maravilla para los amantes de la naturaleza (incluso un día caluroso de julio en Granada, lo prometo).

Ya lo decía Lorca: «por el agua de Granada, sólo reman los suspiros”. No importa el número infinito de veces que visite la ciudad; distintas circunstancias y momentos de mi vida me traen una y otra vez, como olas superpuestas entre sí, que dibujan una composición cada vez más completa y a su vez, más heterogénea, manteniendo su recuerdo como algo completamente vivo, casi tangible –ante todo, reafirmarme en que soy una intensita (pero de chill), amigos.
Y retomando mi discurso anterior, habrá de prestar especial atención a esos «suspiros lorquianos» porque realmente en ellos se encuentra una especie de magia invisible que arropa sus calles y que abraza a todo el que pasa.
Es un lugar donde mirar al cielo y soñar.
Es un cruce de miradas con el horizonte en desvelo.
Granada, amor de mis amores, entiendo el por qué de tener a tantos artistas a tus pies.